Guaymas,
Sonora, febrero de 2014.- Manuel Villeguitas Rodríguez, no tuvo el poder que
soñó. En 2007 la fracción del Revolucionario Institucional y funcionarios
incondicionales le hicieron creer que sería el sucesor de Antonio Astiazarán
Gutiérrez; “y se lo creyó”.
Se fue con la finta, y se perdió en “el
mando”.
Eso le sigue rabiando.
Acusó de su tropiezo al entonces
secretario particular del toño Astiazarán, Eduardo Gaxiola Márquez.
A quien siempre, por cierto, le dedicó
la zancadilla de la secretaría del Ayuntamiento.
Eso le duele, y no lo digiere a pesar de
siete años del chingazo político.
Gaxiola disfrutó del poder con
Astiazarán, y posteriormente en 2012-2013, con Claussen.
Disfrutó un año el lecho de rosas.
Tanto Gaxiola como villeguitas, saben
que están en el pabellón de la muerte.
La muerte política.
Ambos, con el poder en sus sillas,
soñaron con ir más allá de sus cargos.
Villeguitas quiso ser jefe de gobierno.
Gaxiola, de nuevo secretario del
Ayuntamiento.
No lo lograron.
Pifiaran y resbalaron.
A villeguitas le soplaron al oído que
sería el candidato presidencial en el 2009.
Se la creyó, y muy probablemente hasta
el toño Astiazarán lo aceleró haciéndole creer que sería su sucesor.
Se marió, y se perdió. Dejó de hacerle
caso al mismísimo toño, y entró en serios y graves conflictos con el enano
Gaxiola.
Se peleó con los medios de comunicación,
y engañó a los ediles con los que entró en siniestras confabulaciones que a la
postre lo llevaron a la renuncia.
Su acérrimo rival, Gaxiola Márquez,
quien resultó ser más cabrón le movió la silla, y la ocupó.
Villeguitas no le perdonó su caída. Seis
años después en horas de la noche se encontró a Gaxiola en Walmart, y le dijo
“los resbalones son mortales”.
Y, Gaxiola. Resbaló.
Gaxiola, sueña con regresar a casa.
Más sin embargo, Gaxiola y Villegas,
siguen protagonizando sus vidas caminando incómodos en un expediente judicial
en el que se les involucró como autores del secuestro del ex –presidente de
Acción Nacional, Omar Nuñez Caravantes.
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